Obligaciones y placeres

   La palabra "obligación" suena muy mal, pues implica cierta desgana y falta de voluntad. Es preferible pensar y hablr sobre actividades "necesarias" antes que "obligaciones". Incluso para una persona que no se sienta aburrida, coser un botón, limpiarse los zapatos o ir a comprar unos sellos para enviar una carta son actividades que pueden llegar a fastidiar y que se postergan: son obligaciones. En cambio, las actividades placenteras suelen realizarse sin trabas: recoger el revelado de un carrete de fotos, escuchar el programa de radio preferido, comer un delicioso pastel, comprar un detalle para la casa...

   
  Sin embargo, detrás de una tarea necesaria siempre existe un placer, aunque sea humilde. Cualquier aspecto y actividad de la vida diaria tiene un lado (un principio) laborioso y suele finalizar con una satisfacción (contemplación y disfrute de la tarea): después de fregar la casa, se está más a gusto en ella; después de estudiar una materia, se aprueba un examen...

  La planificación y el reloj son dos instrumentos imprescindibles para el aburrido desesperado. La planificación consiste en equilibrar, a lo largo del día, las actividades preferidas y las que no lo son. cuando se combinan con un poco de habilidad, es posible superar la lánguida pereza. Por ejemplo.

Actividades necesarias            Actividades placenteras

1. Fregar los platos.                   2. Almuerzo.
3. Ir a la oficina.                        4. Compra del periódico.
5. Hacer la comida.                   6. Comer.
7. Entrevista personal.               8. Visita a un amigo.

    Cada persona sabe cuáles son sus actividades placenteras: una simple ducha, una conversación telefónica, unos ejercicios de gimnasia, tender la ropa o fregar los platos, regar las plantas, leer un libro, escuchar un disco, dar de comer al perro, escribir una carta... Son algunas posibilidades que deben descubrirse poco a poco.

    El reloj es el segundo aliado de la persona aburrida, especialmente a primera hora de la mañana. Si se termina de ver la televisión a las dos de la madrugada, al día siguiente será difícil levantarse a las siete. En cualquier caso, se pensará en levantarse temprano para no tener la poderosa excusa de que "ahora ya cierran", "casi es la hora de comer" o "es tarde, lo haré mañana".

    Existe una tercera vía de "reanimación" paa aquellas personas que no saben qué hacer y todo les resulta igual de aburrido. Ciertas actividades estimulan la imaginación del ser humano. La lectura de buenos libros es una excelente dedicación. Los libros estimulan la mente y los sentidos, sugieren ideas y abren el intelecto; con la lectura, se aprende, se sueña y se vive.



   Debates y tertulias son interesantes, pero no los pasivos que se emiten por televisión o radio, sino los organizados en asociaciones de barrio o, simplemente, surgidos espontáneamente entre amigos y conocidos.

    Hay otras muchas actividades estimulantes: la cocina, el deporte, los paseos, conversar con desconocidos, los viajes y excursiones, el aprendizaje de idiomas, etc. Cualquier cosa es preferible antes que acomodarse ante el televisor horas y horas.

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